Doris Arlen

El presente blog contiene mis escritos sobre El Güegüence, comedia bailette de la época colonial, declarado por la UNESCO como Patrimonio oral e intangible de la Humanidad; ensayos sobre obras de la literatura nicaragüense y algunos criterios personales.

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Saturday, October 28, 2006

Ruinas / Mi incurable tristeza

Ruinas / Mi incurable tristeza

Doris Arlen Espinoza García

El dolor y la tragedia humana en todo su esplendor, apropiándose de la vulnerabilidad de un artista, de un hombre que quiso honrar a su patria con el don y la escuela musical que llevaba en su alma y en su sangre, es la historia que nos regala el licenciado Armando Zambrana Fonseca, la novela histórica y biográfica de José de la Cruz Mena, “la obra de un muchacho mulato, espigado que en los momentos más sublimes de sus sueños para llegar a las escuelas de música de México o Milán, se enteró de una terrible enfermedad”.

Una historia llena de verdades, algo que poco se refleja en la mayoría de novelas cuya característica principal es lo inverosímil, al contrario de todo esto, Armando Zambrana nos trae la historia de un hombre real, un relato que nos llega al alma porque nos permite conocer a José de la Cruz Mena desde todos los puntos de su existencia, su familia, su trayectoria musical nacional e internacional, sus sueños e ilusiones, sus triunfos, sus amores truncados, su aislamiento, la tragedia de una enfermedad incurable, la soledad.

Zambrana Fonseca mejora, en gran manera, la idea que la mayoría tenemos de este insigne de la música clásica nacional, ya que nos revela a un Mena, con escuela y genialidad, no un músico innato o “natural”, como se ha dicho. Ha sido portentosa la investigación que el autor hizo sobre la vida de José de la Cruz Mena, ya que inserta al lector en un contexto histórico nacional y centroamericano del que no teníamos noticia, nos habla de sus padres y hermanos; lleva al lector a ciudades como San Salvador, Managua y Tegucigalpa, dándonos a conocer la Centroamérica de finales del siglo XIX, “bajo la sombra del sueño de la Unión Centroamericana”.

Ruinas / Mi incurable tristeza es la primera novela de Zambrana Fonseca, quien identifica su catolicismo con el del protagonista. Francisco Arellano Oviedo dice de esta obra: “El autor utiliza a este personaje real de nuestra historia y lo lleva a contextos nacionales y de la región: Nicaragua, Honduras y El Salvador y lo pone a interactuar en ambientes y en grupos de personajes no necesariamente históricos, pero sí propios de la época y la región; teje una novela que borra los límites de la historia y la literatura. Dolor, gozo, valentía, honor, disciplina y belleza aparecen encarnados en los personajes”.

José de la Cruz Mena Ruiz (1874-1907) es traído a nuestro tiempo, noventa y nueve años después, para contarnos con humildad y estoicismo sus penas y alegrías, para hacernos reír y llorar con él; reír porque compartimos el gozo de lograr el premio de los Juegos Florales del Teatro Municipal de León de Nicaragua; llorar porque nos ha tocado escuchar el maravilloso vals “Ruinas”, desde las gradas del Teatro, en la acera, acompañando a Mena, quien permanece atento, escuchando, encorvado, ocultando su cara y en total silencio, como si fuera un pecado estar enfermo.

El lenguaje poético y elegante que el licenciado Zambrana Fonseca ha impreso en esta novela; las vastas representaciones de los ambientes; el lujo de detalles; las originales técnicas del cine: flashforward y flashback; la recreación de la Metrópolis del siglo XIX; los retratos de personajes históricos; el amplio conocimiento musical que el autor posee: notas musicales e instrumentos; la descripción de grandes músicos extranjeros y nacionales; amén del conocimiento que posee sobre el bacillum leprae; permiten balancear la enorme carga dramática del contenido de esta obra y hacen de esta novela un relato agradable y conmovedor.

Ruinas / Mi incurable tristeza es digna de ser leída y estudiada por maestros y alumnos, por su carácter histórico y biográfico, por su valor literario y lingüístico y por tratarse de un genio de la cultura nicaragüense.

Wednesday, October 04, 2006

Los juegos de palabras en El Güegüence Visión lingüística

Los juegos de palabras en El Güegüence
Visión lingüística

El presente estudio sobre los juegos de palabras en la comedia bailete El Güegüence podría haberse realizado sobre cualquier comedia. Se me podría preguntar entonces qué me indujo a escoger específicamente El Güegüence, de autor anónimo y no otra comedia para tratar el tema propuesto. Y quizá la única respuesta válida sería aquella que se ha llegado a decir de esta pieza que es, por su tema, ciertamente la más cómica sino la única de todas las obras de mestizaje o de la colonia que se conocen.

Por tanto, nada mejor para exponer el humor del nicaragüense que analizarlo en esta obra, que es de por sí una comedia, con elementos mestizos. El nicaragüense lleva al Güegüence en la sangre: "es la primera auto-burla de un pueblo burlesco".[1]

Comenzando con un enfoque filosófico, las teorías que han tratado de caracterizar el humor pueden dividirse en tres grupos: las de superioridad, las de descarga y las de la incongruencia,[2] cuyos principales abanderados serían, respectivamente, el filósofo Hobbes, Freud y Schopenhauer. Fundamentalmente, las teorías de la superioridad arguyen que el humor se produce al manifestarse, en una broma, la condición superior o inferior de un individuo o grupo de individuos, reales o imaginarios, respecto a los otros seres humanos. Las teorías de la descarga ven el humor como un repentino alivio de la tensión interior, del exceso de energía acumulado por la represión. Por último, las teorías de la incongruencia analizan el humor como resultante de la constatación de lo ilógico, de lo absurdo o simplemente de lo contrario a lo esperado. Aquéllas que más producción teórica sobre el humor han originado son las primeras y las últimas, mientras que la teoría de la descarga apenas sí ha traspasado las fronteras del psicoanálisis.

Por otro parte, inclusive creyendo en esta teoría, se muestra muy poco práctica para el análisis lingüístico o incluso contextual, porque determinar quién gana y quién pierde en una situación humorística no supone analizar totalmente los mecanismos cómicos que han hecho disparar el humor y, en su caso, la risa. Desde una perspectiva estrictamente lingüística, por otra parte, se puede decir que las teorías que han tratado el humor se pueden agrupar en dos grandes bloques, correspondientes a las que obedecen a un modelo del código y las que siguen el modelo inferencial.[3] Las primeras contemplan la comunicación como una codificación y descodificación de mensajes y la segunda como una aportación de indicios que el oyente tiene que interpretar para, junto con el contexto, inferir las intenciones del hablante. La mayor parte de las teorías, tanto basadas en un modelo como en otro, consideran el discurso humorístico como una desviación del discurso normal.

Decidir sobre qué presupuestos clasificar y analizar los juegos verbales en El Güegüence es la solución adoptada, criticable tal vez por su indefinición, pero trataré de llegar a ello a través de lo siguiente: se realizará una clasificación propia de los juegos verbales, y dentro de cada tipo se seguirá, para su análisis, los presupuestos siguientes: el mejor modelo parece ser el inferencial bajo la óptica de la pragmática lingüística, siguiendo una filosofía basada en la incongruencia o sorpresa, considerando siempre el discurso humorístico como siendo en esencia el mismo que el discurso normal o “serio”.

Es necesario, además tener en cuenta que muchos de los juegos de palabras o dobles sentidos que tenga la obra para algunos lectores serán humorísticos y para otros no, o sea la expresión no adquiere su valor a partir de un significado unívoco, sino en un contexto caótico, enmarañado. Como dice Freud: "Se incurriría en un error si se quisiera leer estos signos según su valor de imagen, en lugar de hacerlo según la relación entre los signos". Es decir, está condenada al equívoco. Podríamos decir que en Freud la expresión no está atada a un significado, sino que como el significante, es equívoca, está definida en su relación con otros significantes.

Incluso, la interpretación de juego de palabras en un idioma, no del todo conocido, como es el Náhuatl, nos lleva a las entrañas de nuestra propia filosofía, una filosofía basada en la imaginación, en la metáfora, que no por ser imaginación usurpa la realidad.

“¡Aun no hemos sabido analizar el humor profundamente filosófico de El Güegüence, ya que hemos querido quedarnos solamente con la burla, y además, pareciera que nos empeñamos en reducirlo a lo provinciano frente al sobrecogedor fenómeno de la globalización y del siglo XXI!”.[4]

Iniciando con mi análisis, debo tener en cuenta el contexto social, moral e incluso estético de la conversación y lo que esto implica, ya que el contexto y la situación de la emisión permiten descodificar el juego, y aunque algunos juegos de palabras no pasarán desapercibidos, sólo seré capaz de explicar los otros, recurriendo a una exégesis interpretativa que intente, en la medida de lo posible, recuperar la inferencia que extraía el oyente para el que está pensada la obra.

1. Juegos de palabras “sin humor”

Los juegos de palabras básicos se basan en la repetición. Lo que tradicionalmente se ha designado como figuras de estilo y se ha clasificado desde la retórica como aliteraciones, poliptotos, figuras etimológicas, paranomasias y homofonías, no son estrictamente más que juegos verbales que no tendrían sentido si no fuera por el marco en que se producen, la comedia. A decir verdad, creo firmemente que la definición de estos juegos debería aproximarlos más a los trabalenguas infantiles que a las figuras estilísticas, pues más que la belleza artística se busca el reto de la agilidad del aparato fonador, y la gracia auditiva.

Parl. 102. Güegüence: Matateco Dio cuascuane cuascuane Tastuanes.
Trad. (Haciendo chacota y acompañado de gestos) ¡Dios te muerda, cornudo Tastuanes!

El vocablo cuascuane ‘cuacuanitl’ Cornudo.[5] Cuascuane: expresión de múltiples significados. Uno de ellos: De, quaqua –morder, dar dentelladas a otro, y Cuacuanitl cornudo, engañado por su mujer (¡Dios te muerda cabrón Tastuanes!), según interpretación de Mántica. En otras traducciones encontramos: Dios parta al Señor Gobernador Tastuanes. El juego de palabras en este parlamento, además del doble sentido de la expresión, es expresado por la aliteración y homofonía: cuascuane cuascuane Tastuanes. Mismo que no posee el humor esperado, pero sí la gracia auditiva de la que hablaba anteriormente.

1.1. Juego de palabras en la retórica de la obra

Sin duda, algunas insistencias en guturales no merecen el calificativo de aliteraciones si por tal entendemos un efecto agradable al oído, ni de onomatopeyas porque no reproducen o evocan realidad extralingüística alguna; se trataría de puras cacofonías si se tratase de un discurso “serio”.

"Reales de plata, Güegüence.
—¿Redes de platos?
—No, Güegüence, pesos duros.
—¡Ah, quesos duros...".


Sólo el contexto cómico justifica plenamente la utilización de estos juegos en la frontera de lo pronunciable y de lo entendible. No merece la pena que nos detengamos en dar más ejemplos de las llamadas aliteraciones, constantes en cualquier comedia y mucho más en El Güegüence.

Del mismo modo encontramos un elevado número de:
· poliptotos:[6]

Parl. 5. En primer lugar tecetales seno mesa de oro, seno carpeta de bordado, seno tintero de oro, seno pluma de oro, seno salvadera de oro, y no mas hemo papel blanco y patechua sentar mo Cabildo Real.

Parl. 11. Señor Gobernador Tastuanes, ya nemo niqui nistipampa, ya nemo niqui samo la ronda, son rastros y pedazos de cinchones rompidos de corage, sombrero de Castor rompido de corage, no mas hemo mantera de revoso, no mas hemos capotín colorado á sones panegua sesule Güegüence, Señor Gobernador Tastuanes.

· de figuras etimológicas:

Parl. 306. Güegüence: Señor Gobernador Tastuanes, asenegame Castilla en chocola de vino.
La traducción de este parlamento es: Güegüence: Señor Tastuanes, permítame tal vez ofrecer un brindis por Castilla con un trago de vino choco.

Observemos que ‘choco’ —del Náhuatl Xoco-Atl, chicha y también cosa agria, de xocotl, agrio— hoy es usado en el Español de Nicaragua con ese y otros significados, la etimología de la palabra que en nuestros días permanece oculta en el lenguaje del pueblo, es la que, a veces, el nicaragüense continúa usando sin conocer su raíz o significado verdadero. Según el Diccionario del Español de Nicaragua, choco tiene las acepciones siguientes:

¡choco!a interj. Voz interjectiva que indica asombro, alegría. —Mi amigo, mi amigo que tal —me dijo él y me dio la mano. ¡Choco!, qué tuco de mano y se le veía el brazote. F. Silva., Foto de Familia. p.70.
choco, ca. (Del náh. Xococ: agrio, fermentado.)
adj. colq. [Dicho de algo] que está agrio. 2. [Dicho de alguien] que le falta un ojo. 3. [Dicho de alguien] que transpira mal olor.

· de paranomasias:
El uso de gran cantidad de paranomasias dentro de El Güegüence, acusa a un autor con perfecto dominio de la lengua castellana, amén del estilo poético, veamos los ejemplos siguientes:

Parl. 48-52.
Alguacil: Ya estamos en el paraje.
Güegüence (enérgico): ¡Ya estamos con coraje!
Alguacil: En el paraje.
Güegüence: En el obraje.
Alguacil: En el paraje.

Parls. 61-62
"Reales de plata, Güegüence. —¿Redes de platos?

Parls. 67-68.
—No, Güegüence, pesos duros. —¡Ah, quesos duros...".

Otros ejemplos de paranomasias son: prisa-preso, calarse-cagarse, cogidos-cojudos, aparear-aparejar, fardo-jarro, pesos duros-quesos duros, cabriola-cabriolé, etc.

· de homofonías:
Parls. 136-137.
Cajonería y rajonería:
Don Forsico: Válgame Dios, Señor Gobernador Tastuanes, es corto el día y la noche para contar las riquezas de mi padre; en primer lugar, cajonería de oro, rajonería de plata, ropa de Castilla, ropa de contrabando, estriberas de lazo de oro y de plata, ya pachigüe muyule.

Parl. 121.
Cargar y cagar:
Güegüence: ¡Válgame Dios! Señor Gobernador Tastuanes. Cuando yo anduve por esas tierras adentro, por la carrera de México, por Veracruz, por Verapaz, por Antepeque, arriando mi recua, guiando a mis muchachos, ¡epa!, que don Forsico llega donde un mesonero y le pide nos traiga una docena de huevos y vamos comiendo y descargando y vuelta a cargar (cagar) y me voy de paso; y no es menester licencia para ello, Señor Gobernador Tastuanes.

Interpretemos el juego de palabras en este parlamento: al pronunciar con acento jocoso esta palabra, ca(r)gar, el Güegüence asegura al Alguacil que para ello no es menester licencia, pues él y don Forsico ordenaron una vez una docena de huevos y vamos comiendo y descargando y vuelvo a ca(r)gar y me voy de paso y no es menester licencia para ‘ello’, el Güegüence le asegura que tampoco para hacer “aquello” es necesario permiso, puesto que una “niña” que estaba sentada en una ventana, una vez le dio licencia (precisamente porque era una niña licenciosa).[7]

Sobornal y sobornar
Parl. 68.
Güegüence: ¡Ahahh!, quesos duros de aquellos grandotes. ¡Ah!, muchachos, ¿tienen ahí los quesos duros que trajimos para sobornar? (¡Perdón, para sobornal!).
sobornal. (De soborno2).1. m. Peso que se añade a uno de los tercios de la carga de una caballería, con el fin de equilibrarlos.[8]
sobornal: sobrecarga.
sobornar. (Del lat. subornāre).1. tr. Corromper a alguien con dádivas para conseguir de él algo.[9]

En realidad, todos estos recursos se basan en la búsqueda del mismo efecto, el juego de palabras o, tal vez sería mejor decir en este caso, con palabras, sin buscar ningún tipo de comicidad accesoria (es decir, sin buscar la sorpresa que viene de una incongruencia). En realidad, la he calificado como juegos de palabras “sin humor” porque muchos investigadores dan por supuesto que la ausencia del equívoco verbal (aquello que los anglófonos llaman pun[10]) conlleva automáticamente la falta del componente humorístico. Sin embargo, no es así. Una frase como “un libro libre de erratas” puede no resultar gracioso de manera aislada, pero una constante avalancha de términos semejantes crea indudablemente un clima de humor. La base de ese humor está, creo yo, en el efecto sorpresa sobre lo esperable, aunque no sea incongruente o ilógico, pues en una comunicación “normal” se evitarían tales coincidencias fonéticas o semánticas.

Dejando aparte los casos en que estas repeticiones se combinan con equívocos verbales, no cabe duda de que por sí solas ya se vuelven humorísticas, resultado, como dije, de la sorpresa causada por lo inesperado. Claro que es cierto que, en un análisis semiótico del chiste basado en criterios estructuralistas se distinguen tres tipos de humor verbal caracterizados por la inversión, repetición e interferencia de series (renombradas como humor paradigmático, sintagmático y paragramático). Así, se podría decir que el humor de los ejemplos que acabo de exponer ha de ser calificado como sintagmático, pues se consigue por medio de la simple repetición de elementos.

2. Dobles sentidos

“El doble sentido es una comunicación ambigua hecha con el propósito de confundir al interlocutor o para burlarse del mismo. En la obra, este recurso es muy frecuente”, afirma don Francisco Arellano en su ensayo “Manifestaciones del mestizaje en El Güegüence”. Según don Carlos Mántica, El Güegüence es la única obra que conocemos en la literatura americana que juega con dos idiomas, con perfecto dominio de ambos, para lograr dobles sentidos: del Náhuatl al Náhuatl; del Castellano al Castellano; del Castellano al Náhuatl y del Náhuatl al Castellano.

2.1. Dobles sentidos en Náhuatl o Nahuate

Así, según don Carlos Mántica,[11] existe doble sentido incluso en los nombres propios de los personajes de El Güegüence, tal es el caso del gobernador Tastuanes: (Tlatoani, el que habla: “Gobernador” o “Príncipe”), relacionado con el vocablo “tlatolani”, o sea ‘tragón’, véase el doble sentido en lengua Náhuatl, dos vocablos casi iguales, pero disímiles en cuanto al significado.

Parlamento 5.
Gobernador: Matateco Dio miscuales quilis no pilce Capitán Alguacil Mayor: No pilces, ü campamento Señores Principales, sones, mudanzas, velancicos necana y paltechua linar mo Cabildo Real. En primer lugar tecetales seno mesa de oro, seno carpeta de bordado, seno tintero de oro, seno pluma de oro, seno salvadera de oro, y no mas hemo papel blanco y patechua sentar mo Cabildo Real.

Doble sentido: Xi Mocahue: ¡Suspenda! La frase —según Carlos Mántica— se usa sucesivamente en sus diferentes sentidos: Suspendan, poner fin a algo; detengan, de llevar preso y suspendan, de colgar (“de la cola o de donde Dios le ayude”: de los testículos).

Veamos en este ejemplo la ironía dentro del juego de palabras: ¡Suspenda! Recordemos que la ironía es una característica de la comedia, en la que el personaje se dirige a otro mediante el juego de palabras, y este juego verbal puede ser consciente o inconsciente, bien sólo uno es consciente o bien los dos (o más) son conscientes. Cuando un personaje pronuncia una broma intencional, el autor proyecta un punto de vista sobre ese personaje que, simultáneamente, también proyecta un punto de vista sobre una hipotética persona que hablase así. Tal es el caso del parlamento 12:

Gobernador: No pilces Capitán Alguacil Mor. asamatimaguas consentidor, afrentador, ticino mo Cabildo Real. (Hijo mío, Capitán Alguacil mayor, tráigame a ese consentidor, afrentador y charlatán ante mi Cabildo Real).[12]

Juego de palabras: Consentidor (cabrón) y consentimiento. En este caso consentidor es igual a cabrón, y según el DRAE: consentidor, ra. 1. adj. Que consiente que se haga algo, debiendo y pudiendo estorbarlo. U. t. c. s.

2.2. Dobles sentidos en Español

Aunque menos que la invención de palabras, el doble sentido también es una forma muy sincrética de humor. El oyente se encuentra en disposición de inferir un significado específico que parece el más pertinente y, en cuestión de fracciones de segundo, se encuentra con otra implicatura que en principio era menos obvia. Tomemos los ejemplos siguientes:


Parls. 105-110.[13]
Alguacil: Usted es un burlón, Güegüence; usted ha de merecer una docena de cueros.
Güegüence: ¿Docena de cueros? ¡Ah!, muchachos, ¿nos faltan chavalitas o creciditas. Aquí el Capitán Alguacil Mayor ofrece una docena de cueros.
Don Forsico: Sí, papito.
Güegüence: Capitán Alguacil Mayor: ¿y qué clase de cueros quiere? ¿Blanquitas o negritas?
Alguacil (arrebatando a don Ambrosio su mecate y le da dos mecatazos): ¡Para que aprendas, Güegüence!
Güegüence: ¡Arre ya! Con que, bueno: después de pagado me has azotado; esos no son cueros, son azotes.

Nótese el doble sentido con el vocablo cuero, cuerazo. En el habla popular nicaragüense ‘cuero’ adquiere una connotación sexual, veamos la definición del Diccionario del Español de Nicaragua:[14]
cuero. (Del lat. coruim)
m. Membrana femenina incólume 2. Mujer guapa y atractiva. var. cuerazo. 3. adj. [Dicho de la mujer] que no ha tenido relaciones sexuales. U. t. c. s.
cuerazo. m. Golpe dado con el látigo o el azote. 2. Mujer con muchos atractivos físicos.

El Güegüence discute con el Alguacil y argumenta que después de haberle pagado le han azotado: los juegos de palabras en El Güegüence serían: “Esos no son cueros son azotes”. Se esperaría al final un castigo referido a sí propio, en caso de no darse las condiciones que él mismo propone.

El siguiente ejemplo es muy inseguro. En un texto humorístico como una comedia, la máxima pertinencia está, como he tenido ocasión de mencionar varias veces, en la creación de muchos efectos contextuales, de manera que la inferencia más obviamente pertinente, aunque se genere con poco esfuerzo interpretativo, suele no ser la verdadera. La débil pertinencia de la interpretación literal del siguiente fragmento me hace sospechar en un juego de palabras que se nos escapa por no disponer de las mismas implicaturas no conversacionales que los espectadores de la comedia:

Parls. 251-256.
—¿Dónde conseguiste el vino?—En la casa de un amigo.—¿Quién te enseñó a hacerte de un amigo?—Usted, tatita.—¡Cállate, muchacho! ¿Qué dirá la gente si sabe que yo te enseñé a hacerte de "un amigo"?

Parl. 123.
—¡Válgame Dios!, Señor Gobernador Tastuanes, viniendo yo por una calle derecha me columbró una niña sentada en una ventana de oro, y me dice: ¡qué galán el Güegüence!, ¡qué bizarro el Güegüence!, aquí tienes bodega, Güegüence, entra Güegüence, siéntate, Güegüence; aquí hay dulce, Güegüence, aquí hay limón. Y como yo soy un hombre tan gracejo, salté a la calle con un cabriolé, que con sus adornos no se distinguía de lo que era, lleno de plata y oro hasta el suelo, y así una niña me dio licencia, Señor Gobernador Tastuanes!

El contexto del discurso y el conocimiento previo que el público tiene sobre la vida del nicaragüense y las condiciones hacen que infiera un significado literal de las palabras o frases: ‘Hacerte de un amigo’, ‘aquí hay dulce, Güegüence’. No insistiré más en los mecanismos que provocan la interpretación retroactiva, abreviaré otros ejemplos que se pueden aducir, pues la manera de analizar el humor será siempre idéntica, apuntando apenas cuál es el doble sentido en que se basan.

Ejemplos en que el contexto parece indicar claramente que existen juegos de palabras, pero que se nos escapan y sólo podemos conjeturar son, por ejemplo, la mención a la vara de insignia el parl.28 (¿referencia a los genitales masculinos?) y parl.123 aquí hay dulce, aquí hay limones (¿tipo acción gestual para referirse a los genitales femeninos?).

En el parlamento 87 el razonamiento del Güegüence se fundamenta en la polisemia. Simplemente se puede destacar como diferencia que en estos casos no se produce la sorpresa por un equívoco basado en la semejanza fonética, sino por la desviación de un cliché lingüístico. De hecho, la implicatura errada en estos casos es mucho más fuerte y la correcta mucho más débil por encontrarnos ante expresiones hechas. La expectativa del oyente se ve frustrada de la manera más brusca porque la pertinencia dirige hacia un fin de frase en el que se produzca el menor esfuerzo, y ése sin duda es el cliché, que exige el mínimo desgaste interpretativo. ¡Trabajamos para otro hambriento! Sin embargo, el final es otro y la evidencia del enunciado impide considerar pertinente el mensaje que se adivinaba, por lo que se impone inferir lo ineludible en virtud de las máximas de cualidad. El choque es muy brusco, y el humor se hace efectivo por la reinterpretación retroactiva del enunciado.

La situación (una “niña” que se aproxima a hablar con un anciano que no conoce) y, una vez más, las normas de cortesía que el público sabe que imperan en las relaciones entre hombres libres, imponen inferir, a través de los mecanismos de pertinencia que he explicado, que el Gobernador realiza una pregunta sobre los motivos que llevaron a la joven a acercarse a él, o mejor dicho, a darle licencia. El choque entre la inferencia lógica y la respuesta del Güegüence, que finge interpretar o interpreta realmente la pregunta como dirigida a sus deseos actuales (“¿qué sería necesario ahora, qué convendría, qué te hace falta?”) …y así una niña me dio licencia para “aquello” provoca esa sorpresa de la incongruencia y esa reinterpretación de la pregunta que lleva al chiste.

Como hemos podido comprobar El Güegüence presenta un riquísimo abanico de humor verbal conseguido mediante los juegos de palabras. No he analizado, ni mucho menos, todos los juegos que se encuentran en la obra. Tampoco me he adentrado en el comentario de otros recursos verbales tan ricos como la ironía, las metáforas audaces, los símiles sorprendentes, los acertijos. Apenas se trataba de dar una muestra del talento creador que se encuentra en El Güegüence. Por otro lado, un segundo objetivo, que espero haber satisfecho, era demostrar que ni las nuevas teorías lingüísticas están concebidas exclusivamente para lenguas vivas ni las lenguas clásicas se deben estudiar siempre con metodología clásica. La retórica antigua puede no ser suficiente para dar cuenta de las posibilidades interpretativas de los textos Náhuatl. La aplicación del estructuralismo, del generativismo, de la semiótica, de la lingüística cognitiva o de la pragmática lingüística, por ejemplo, puede dar buenos resultados en el análisis de textos antiguos. No olvidemos que la lengua que allí está puede estar ahora muerta, como algunos dicen despectivamente, pero estaba bien viva cuando los textos fueron escritos, y por tanto debe ser estudiada como una lengua viva.

[1] Pablo Antonio Cuadra. El nicaragüense. Educa, 8.ª ed. San José, 1978. p.91.
[2] Cf. M. A. Torres Sánchez, Estudio pragmático del humor verbal (Cádiz 1999) 10.
En su introducción, la autora da un breve pero claro repaso a las principales teorías desde
esta triple perspectiva.
[3] Sigo la división establecida por M. A. Torres Sánchez, óp. cit. 24.
[4] Ricardo Pasos Marciacq: “La utopía de la imaginación o la nostalgia por el humor”, en END, Nuevo Amanecer Cultural. Managua, 4 de diciembre de 1999.
[5] Molina citado por Mántica. Arte de la lengua mexicana y castellana (1571). Ediciones Colofón S.A., México 1966.
[6] f. Ret. Figura que consiste en emplear dentro de la cláusula un mismo adjetivo o nombre en distintos casos, géneros o números, o un mismo verbo en distintos modos, tiempos o personas.
[7] Mántica, Carlos. El Cuecence, p. 14.
[8] DRAE.
[9] Ídem.
[10] Equívocos verbales.
[11] Carlos Mántica. El Cuecuence o el gran sinvergüenza. 1ª ed. Ediciones de la Academia Nicaragüense de la Lengua. Managua, 2001.
[12] El Güegüence. Ediciones Nacionales, V. 2. Edición de JEA, Managua, 1975.
[13] Tomado de Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación, n.o 129. pp.107-108.
[14] Diccionario del Español de Nicaragua, próxima publicación.

Diplomado Conozcamos nuestro Gueguence Resumen

Friday, September 29, 2006

Diplomado Conozcamos nuestro Güegüence
Doris Arlen Espinoza


El Departamento de Cultura de la Universidad Americana, UAM —representado por los licenciados Palermo Ruiz, Eva Córdoba y Ernesto González Valdez—, con el apoyo de la Rectoría, el Instituto Nicaragüense de Cultura, el Consejo de Decanos y la colaboración del Instituto de Ética y Valores de la UAM, cuyo director es el doctor Alejandro Serrano Caldera, han llevado a cabo el proyecto del diplomado “Conozcamos nuestro Güegüence”, que forma parte de un conjunto de trabajos científicos y cuyo segundo componente será la edición de una memoria, respaldada por el INC; en donde quedarán plasmados los nombres de las personas que acudieron al Diplomado; además de la elaboración de un CD interactivo que contendrá música, videos, charlas y discusiones; un catálogo de artistas plásticos como los maestros de la plástica nacional Valverde, Montenegro, etc., fotografías, esculturas y todo lo que concierna a artes visuales; para concluir este proyecto, los talleres de cultura harán una mojiganga, al final, con las danzas que aparecen en las fiestas de Diriamba.

El diplomado “Conozcamos nuestro Güegüence” ha sido impartido, durante ocho sábados consecutivos, por estudiosos de la obra, güegüensistas y artistas que han estudiado a profundidad las diferentes modalidades de esta pieza literaria: los licenciados Julio Valle-Castillo, Francisco Arellano Oviedo, José Daniel Prego, Alberto Maravilla, Gonzalo Cüellar, César Paz, Armando Zambrana, Irene López; los doctores Jorge Eduardo Arellano, Carlos Mántica Abaunza, Germán Romero Vargas, Fernando Silva, el arquitecto Jaime Serrano, los maestros Pablo Buitrago y Raúl Martínez.

Cabe mencionar que a este diplomado han asistido diferentes personalidades de la cultura nicaragüense, personas que representan diferentes instituciones, entre ellas: IADE, Colegio Notre Dame, MECD, Alcaldía de Managua, UPOLI, UNI, UNA, UNICA, Teatristas independientes, Proyecto Compasión, UNAN-León, Colegio Loyola, Banco Central, Modesto Armijo, Nuevo Diario, Periódico Hoy, Casa de los tres mundos, Asociación de Escritoras, Fundación Güegüence de Diriamba, Teatro Nacional Rubén Darío, Casa de Cultura de León, Teatro Spons Suá, Alcaldía de Diriamba, Alcaldía de León, Mayordomía de León, Alcaldía de Niquinohomo, RUCFA-UNAN, Alcaldía de Masaya, INTUR, Ballet Macehualt, Alcaldía de Ticuantepe, Ballet de Haydee Palacios, Compañía de danzas contemporáneas, Instituto Nicaragüense de Cultura, Universidad Americana, Palacio de Cultura, Ballet Tepenahualt, Teatro Justo Rufino Garay, Casa de Cultura Popol Vuh, Programa Emprendedores de la UAM, Programa de artesanías, El Nuevo Pacto, ACAPPOL, Policía Nacional, Oyanca Galería de Arte, Universidad de Managua, Asociación Alfredo Alegría, UNESCO, Alcaldía de Matagalpa, Asociación Cultural Privada, Caruna y participantes a título personal.

Inicialmente, el proyecto del Diplomado estaba pensado para treinta personas, sesenta era ya una meta sobrepasada, sin embargo, para alegría de los organizadores y de la cultura misma, a éste se presentaron más de cien personas, de éstas ---- han finalizado el estudio, cumpliendo con los requisitos que se solicitaron al inicio, como la asistencia y entrega de tesis individuales para la evaluación del mismo. De esta manera, se han realizado evaluaciones de los expositores por parte del auditorio, así como de los participantes por parte de los organizadores, éstos han sido evaluados a su vez por los mismos, quienes han sugerido algunos aspectos que deben tomarse en cuenta.

En el Diplomado se han abordado diferentes tópicos relacionados con la obra El Güegüence, mismos que van desde un estudio meramente literario, marco histórico y teórico de la época, trascendencia, expresiones del mestizaje, música, arreglos, vestuario, hasta la representación teatral y el estudio de la puesta en escena.Todas las interpretaciones de los distintos ponentes han logrado que el auditorio elabore su propia tesis y su propio concepto de mestizaje y relación de El Güegüence con la cultura nicaragüense.

A continuación, un resumen de las ponencias que se han impartido en este Diplomado:

El licenciado Julio Valle-Castillo en su ponencia introductoria “Impacto y valoración del Güegüence desde el punto de vista cultural” propone: estudiar El Güegüence con una nueva visión, releerlo, reinterpretarlo, teniendo en cuenta que El Güegüence viene a ser, en su argumento, una legitimación del mestizaje como estrato social que es capaz de vincularse con el Estado mediante el matrimonio. La propuesta como impacto es que el Güegüence se vea no como ladrón, guatusero o mentiroso, falaz, sino valorado. ¿Cómo podemos proponer como arquetipo de nación a un ladrón, un sinvergüenza? Esto se debe a la concepción conservadora del indio cuando el hispanismo fue una teoría, dice el licenciado Valle-Castillo.

Asimismo, el doctor Germán Romero Vargas en su ponencia, “Marco teórico de los siglos XVII y XVIII en Centroamérica y Nicaragua. Aspectos sociales, políticos y relaciones económicas de la época. (Conceptualización del Güegüence)”, expone el contexto histórico, basado en profundas investigaciones, en que se pudo haber escrito la obra, de esta forma nos presenta la Nicaragua de los siglos XVII y XVIII, siendo una provincia en la que se desarrolla un proceso histórico, base de la sociedad nicaragüense actual. La impronta española sobre el mundo indígena profunda, sin duda alguna, que estuvo condicionada por factores de orden diverso, entre los cuales la herencia precolombina no fue el menor. A lo largo de los siglos se fueron entretejiendo hilos de diversas culturas. Las expresiones, de índole variada, reflejan precisamente el acontecer histórico en que estas culturas se juntaron y, más aún, la naturaleza profunda de la sociedad que un día les diera vida.

Y en su ponencia “El Güegüence: obra y personaje del Barroco americano”, nuevamente el licenciado Julio Valle-Castillo nos expone la influencia barroca en la obra, dada por el paralelismo, cuyo conceptismo de jugar con las palabras, invirtiendo el sentido y el culteranismo para invertir la imagen, tal como se ve en Góngora, Quevedo y Sor Juana Inés, se ve también en El Güegüence, llámese esto “Paralelismo conceptual”, mismo que se ve reflejado, tanto en el teatro barroco como en El Güegüence, al igual que la repetición de acciones, situaciones y argumentos por la modalidad callejera que permite una representación de tribunal en tribunal, el vestuario, además del lenguaje cortesano que suele repetir muchas fórmulas en cada parlamento.

El doctor Jorge Eduardo Arellano con su ponencia “El Güegüence: arte total y cultural de la marginación”, nos presenta a El Güegüence como una obra de arte total o integración de artes, ya que en ella convergen todas las demás artes como danza, música, parlamento, artesanías, costumbres, tradiciones, aunque lo más vistoso sea la danza, es arte total, irrepresentable, que sólo puede recrearse artísticamente y de manera culta. Es un teatro barroco, sin embargo, el barroco es pobre, es un “barroco descalzo”, toda obra folklórica que se aproxime a El Güegüence no responde a la integridad y legitimidad de la obra, ya que es cultura de la marginación por su naturaleza folklórica popular, anónima, local, que tiene un sustento tradicional, con instituciones que le dan fuerza: las cofradías. Conlleva, la obra, un individualismo objetivo, cuyo protagonista es asumido como símbolo de la nicaraguanidad, y es PAC quien le otorga el rango idiosincrásico al personaje.

En su coloquio, el doctor Fernando Silva advierte que las referencias apuntadas se encuentran en su obra titulada, igualmente, “La historia natural de El Güegüence” y nos ofrece dos premisas: que se debe respetar, sin poner ningún pretexto, la grafía original de la obra “Güegüence”, como está en su escrito original; y que la obra es una pieza de teatro mestizo no folklórico, de naturaleza oral, hecha con parlamentos en lingua franca (hablada en la provincia a finales del siglo XVIII). Siendo la obra meramente oral, basada en el signo lingüístico y su dominio. Otro de los aportes del doctor Silva es la autoría adjudicada a don Juan Eligio de la Rocha en el año 1860, aproximadamente.

Por su parte, el doctor Carlos Mántica, siguiendo un orden cronológico e histórico, nos resuelve las interrogantes en torno al argumento de El Güegüence, es decir: el dónde, el cuándo y el por qué o contra qué, protesta quién, con su ponencia “Tiempo, contexto y trascendencia de El Güegüence”. Para sus respuestas, propone una serie de pistas que existen dentro del texto mismo, suficientes para descubrir su dónde y cuándo con gran exactitud. Examinada con interés detectivesco, la obra nos habla de personas, circunstancias y sucesos que sólo convergen en un limitado espacio de tiempo y de lugar en nuestra historia. Y concluye que la obra es una auténtica pieza de teatro folklórico, escrita por un autor culto en el dialecto imperante a mediados del siglo XVII, y de construcción gramatical náhuatl.

El licenciado Francisco Arellano en su ponencia “Manifestaciones del mestizaje en el Güegüence” aborda de manera literaria e histórica los rasgos del mestizaje imperantes en la obra, llevándonos por un recorrido histórico, reconociendo la herencia de nuestro cruce de razas y culturas desde la época precolombina, extrayendo consideraciones de los cronistas de Indias, hasta adentrarnos en la obra misma para valorar las actitudes de cada uno de los personajes y el mensaje de la obra. Evalúa a los personajes en su carácter de mestizos o españoles, el lenguaje oral, escrito y gestual, además de los recursos literarios encontrados en la obra, extrae la valoración moral y social, que continúa siendo actual, por lo que concluye aseverando que “si clásica es la obra que no pierde vigencia, desde hace mucho tiempo El Güegüence es un clásico de la literatura universal, no por nada también es patrimonio oral e intangible de la humanidad”.

La exposición del licenciado José Daniel Prego sobre “La representación teatral de El Güegüence: montaje, máscaras, estructura dramática y el carácter callejero de la obra”, aborda la temática teatral de la obra, analizando y valorando cultural y dramáticamente los temas, abundancias, ausencias, carencias y limitaciones, mediante posibles hilos para representar la obra en la actualidad. Basado en estudios lingüísticos, filológicos, críticos y anotaciones bibliográficas y documentales que vendrán a darle forma a la representación, además de los estudios folklóricos, la música y la danza. Afirma que no sólo se debe estudiar la influencia, confluencia e incidencias de la obra, sino los registros históricos que permanecen en ella.

En la ponencia “Antecedentes renacentistas y barrocos de la puesta en escena de El Güegüence”, el licenciado Alberto Maravilla nos hizo un recorrido histórico desde el teatro indígena y europeo, manifestaciones folklórico-religiosas y con sus teorías renacentistas, la regla de las tres unidades aristotélicas hasta desembocar en la representación teatral tal y como la pudiéramos entender hoy en día. Señala que en El Güegüence las variantes no son tan sustanciales, excepto por la particular interpretación que hace el doctor Dávila Bolaños.

Nuevamente, el doctor Jorge Eduardo Arellano en su ponencia “El Güegüence: sus manuscritos y el ‘españahuatl’ del siglo XVIII” manifiesta que El Güegüence no puede reducirse solamente a pieza danzaria, modelo de identidad hegemónica, baile ni en forma aislada ni fragmentaria sino como arte integrador, arte marginal y subalterno. El españahuatl, según Arellano, es español, su sintaxis es española, ya que es un estrato que responde a las políticas lingüísticas de los reyes, es un dialecto mixto fijado en El Güegüence y que ha logrado conservarse.

El licenciado Armando Zambrana en su ponencia “El Güegüence o Macho Ratón” afirma que la obra es de autor mestizo, escrita a mediados del siglo XVII, llevado por los vestigios cronológicos y vestuario utilizado que es similar al vestuario presente en la obra de Goya. Según Zambrana, El Güegüence fue escrito con el interés de ser escuchado por un grupo de personas del mismo nivel socioeconómico y racial que compartían los mismos intereses y eran afectados por los mismos problemas.

Recreaciones folklóricas de El Güegüence: interpretación, coreografía y puesta en escena

La puesta en escena en octubre de 2003, en el Teatro Nacional Rubén Darío de El gran pícaro, una recreación basada en la historia de El Güegüence, de la licenciada Irene López, mostró una nueva interpretación de la obra. Ella manifiesta que esa es la forma en que ella se la imaginaba, con algunas particularidades propias, de manera que fuera amena para el espectador, haciendo su propio guión, poniendo al Güegüence en todos sus aspectos: como viejo y como señor principal.

En 1989, el Teatro Guachipilín realizó una muestra teatral en Brasil, recreando la obra El Güegüence, parte de los títeres utilizados en esa ocasión fueron presentados, sin obviar la influencia cubista de los dibujos, que luego fueron convertidos en títeres de piso, miembros de este elenco fueron los señores Gonzalo Cüellar, Zoa Meza, Gloria Bacon, etc. Parte del elenco viajó en esa ocasión a Brasil, en donde dejaron un gran precedente del arte teatral nicaragüense, y lo más asombroso de esto fue haber llevado la obra a escena con títeres. En un principio, esta obra estaba pensada para un auditorio joven, de manera que sintieran deseos de conocer la obra, leerla y analizarla desde el punto de vista de identidad.

Igualmente, el licenciado César Paz, director de teatro, quien dirigió en ----- la obra El Güegüence, expuso sus “Consideraciones para la puesta en escena de la obra El Güegüence”, analizando de manera profesional las estructuras internas y externas de la obra, para efecto de montaje, cumpliendo con las tres unidades aristotélicas, el contexto histórico, las características de la obra teatral, desarrollando los conflictos y el análisis de cada uno de los personajes.

Para referirnos al “Vestuario, mascarería y escenografía de El Güegüence callejero”, el arquitecto Jaime Serrano expuso las características de la ropa y máscaras utilizadas para interpretar El Güegüence, mostrando diferencias con los atuendos del Toro guaco, David y Goliat (los gigantes), los bailes de San Ramón y San Martín, los cuales suelen confundirse por desconocimiento, mostró imágenes de estos ropajes y bailes y analizó cada diferencia de los vestuarios, así como la presentación de un fragmento de la obra de teatro callejero El Güegüence.

Música, arreglos e instrumentos de El Güegüence

El maestro Pablo Buitrago dio a conocer su “Gran suite del Macho Ratón”, que compuso en 2003 para la conmemoración del aniversario de El Güegüence. Originalmente, arregla 8 sones como estructura a los que más tarde agrega la obertura y final, ya que son 14 sones. Los estilos de éstos son amplios y variados, desde el Barroco, pero con influencia de Hiden, optando por la interpretación preclásica. Compuesta de 14 sones, ya que 7 son parte de la obertura y 7 del final, no hay enlaces funcionales, van encadenados los acordes y es polifonal.

Del mismo modo, el maestro Raúl Martínez presentó sus arreglos musicales que ha hecho a los sones de El Güegüence, dándole un tratamiento barroco, basado en el sistema de frases paralelas repetitivas, el sistema europeo desde el Barroco, que vale universalmente y el que más influencia ha tenido en nuestra música desde el siglo XVI.